Moyobamba me recibió con lluvia y buen humor a inicios de enero de este año. Mi misión: ser practicante preprofesional de comunicaciones en AMPA Amazónicos por la Amazonía, ONG que se dedica a la conservación del patrimonio natural y cultural en la Amazonia Andina bajo un enfoque de desarrollo territorial en sus programas de conservación, educación y cultura ambiental, políticas públicas y economías verdes. El hecho de estar en una ciudad que no conocía en medio de la Amazonía y ver de cerca los temas de conservación desde los proyectos de la ONG, eran motivos suficientes para llegar más que motivada y con todas las ganas del mundo de aprender todo lo que pudiera.
Situada a dos horas de Tarapoto y a 860 m.s.n.m., Moyobamba es una ciudad con un clima buenísimo donde nunca sientes ni mucho calor ni mucho frío (al menos en esta época del año). La capital del departamento de San Martín ofrece paisajes verdes maravillosos, deliciosa comida regional y gente cálida que siempre se preocupa de que no te falte nada.
En las diez semanas que he estado en San Martín, tuve la oportunidad de visitar ciertos lugares para estar en contacto con la naturaleza. El morro de Calzada, localizado en el distrito de Calzada a 15 minutos de Moyobamba, es una montaña que se levanta en medio de un valle desde donde se obtiene una vista panorámica de la ciudad. Para llegar a la cima se debe caminar cuesta arriba durante un poco más de una hora a través de árboles que crecen a su antojo, piedras, aves, entre otras especies. Hasta puedes escuchar a los monos tocón si empiezas a subir entre las siete y las nueve de la mañana.
Luego, tuve la oportunidad de visitar el Área de Conservación Privada Pucunucho, administrado por AMPA y propiedad de la familia Pinasco Vela. Esta ACP se encuentra en Juanjuí en la provincia de Mariscal Cáceres, a dos horas de Tarapoto. Cuatro horas en total desde Moyobamba. Pucunucho es un área recuperada donde, después de veinte años del esfuerzo de Doña Trinidad, existe un bosque hermoso que es hábitat natural del mono tocón, la especie endémica de San Martín en peligro de extinción, junto a muchas otras especies de flora y fauna.
La provincia de Rioja, a 30 minutos de Moyobamba, también fue parte de mi recorrido turístico de fines de semana en San Martín. Esta ciudad es la sede de los carnavales más coloridos y divertidos que jamás he visto. Durante todos los domingos desde fines de enero hasta inicios de marzo, todos los visitantes son recibidos literalmente con un baldazo de agua. La música, el calor y la algarabía generalizada te seducen y terminas bailando en la calle con la ropa completamente mojada durante horas.
En Rioja también visité el Chu Chú Center donde sirven más de treinta tipos de tragos regionales, uno más exótico que el otro, y el museo Toé que cuenta con una muestra muy interesante sobre cómo vive la gente de Rioja desde el siglo pasado.
Uno de los lugares que más me cautivó fue la Reserva Natural Tingana, un Área de Conservación Regional en Moyobamba. Para llegar a Tingana, debes dirigirte en auto al puerto “La Boca del Río Huascayacu”, a 40 minutos de Moyobamba, para luego viajar en bote a motor por una hora aproximadamente a través del río Mayo hasta el río Avisado. En el camino, puedes ver el lugar exacto donde se cruzan el río Mayo y el río Avisado, el segundo más oscuro que el primero. La asociación que te recibe se asegura de brindarte un rico desayuno y almuerzo con alimentos producidos en el lugar. En Tingana te espera un viaje en canoa por cuatro horas a través de árboles renacales, aguajales, plantas acuáticas y una increíble variedad de especies de aves, monos y otros mamíferos. La vista es impresionante, como sacado de una película de fantasía que no deja de sorprender a sus visitantes.
Los meses que he pasado en AMPA definitivamente han sido la mejor primera experiencia laboral que pude haber tenido. Es sorprendente la cantidad de proyectos que la ONG ejecuta ya sea desde la Concesión para Conservación Alto Huayabamba (CCAH), el corazón de AMPA, con Rosita Trujillo e Iván Bazán a la cabeza; desde la sede de Juanjuí con Raydith Ramírez, Cynthia Garland, Margarita Del Águila, Julio Acosta y Eduardo Hidalgo en iniciativas de conservación comunal; desde Iquitos con Miguel Tang, Apolinario Sangama y Pablo Rubio quien los acompañó para el proyecto de desarrollo sostenible de la cadena productiva del paiche; desde las asociaciones de Ojos de Agua y El Breo con Cristina Del Águila liderando proyectos de fortalecimiento de capacidades; y muchos otros proyectos en camino que estoy segura se ejecutaran con la misma dedicación y motivación de siempre.
A pocos días de volver a Lima para el inicio de clases en la PUCP, me llevo de regreso la satisfacción de saber que existen instituciones que trabajan con mucho esfuerzo por la Amazonía Andina. Haber conocido a personas maravillosas que incorporan la conservación a su proyecto de vida, me motiva a seguir aprendiendo más y a adoptar un estilo de vida nuevo. No puedo dejar de agradecer a Alicia Medina, desarrollera quien me ha enseñado tanto, a Katya Díaz, una ingeniera capa que se volvió mi cómplice, a Miguel Salguedo por cuidarnos a las tres, a Gina Sanango por su sabiduría milenaria, y sobre todo a Karina Pinasco, madre de AMPA quien nos contagia su energía para seguir trabajando en la locura por conservar la vida y nos enseña a creer en las personas.
Nunca me habría imaginado que iba a encontrarme con personas increíbles quienes me adoptaron con mucho cariño en la familia ampeana. Con cada uno de ellos he compartido innumerables historias, conocimientos, comidas, bailes, música y sobre todo muchas risas. He aprendido de ellos y creo que también he dejado mi pequeño aporte a la labor que realizan. La Amazonía me atrapó para siempre y estoy segura de que seguiré trabajando por conservarla desde donde me encuentre.
Escrito por Andrea García Salinas
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